Ante una importante concurrencia de estudiosos de la política, mas precisamente estudiantes de las carrera de ciencias de la política, y militantes de diversos partidos, . Diego Mazzieri presente su libro, invitado por la licenciada Maria Laura Giusti para realizar la presentación en la Universidad San Pablo T de Tucuman, al frente de la histórica plaza Independencia, como auspiciante y tambin el CENTRO DE PARTICIPACION Y PROMOCION DE POLÍTICAS PUBLICAS DE LA PROVINCIA DE SALTA´auspiciando el evento.. Asistieron personalidades de la talla de Julio Diaz Lozano, ex Vice Gobernador de Tucuman junto a Palito Ortega, y distintos exponentes que vivieron marzo de 1976 en carne propia, En un resumen del libro dice claramente : Hace tiempo que María Estela Martínez de Perón, Isabel, optó por no defenderse. En 1996 concedió su última entrevista. Callar suele exigir más templanza que replicar. Ese silencio no ha detenido las sistemáticas descalificaciones de su persona y de su gestión. A Isabel tampoco la han defendido muchos dirigentes de su mismo movimiento que hoy prefieren callar para seguir la corriente del momento. El aire del tiempo, como dicen los franceses. Mazzieri contó cómo llegó a ser uno de los pocos privilegiados que puede comunicarse con “la Señora”, así la llama, y consultarla sobre diferentes temas. Desde muy joven tomó contacto con la viuda del General a través del sencillo expediente de conseguir su dirección -por intermedio del cónsul español en Argentina- y escribirle y así fue construyendo una relación epistolar que con el tiempo se volvió de confianza. Mazzieri también se vinculó con Norma Estela Ferreiro Martínez, sobrina de Isabel, y actualmente único lazo que mantiene ella con su familia ya que todos sus hermanos han fallecido. Isabel vive con su mucama, Gloria, y cuenta con la asistencia de un amigo, Alfredo García Serrano, en quien confía plenamente, por su eficiencia y discreción; es un hombre de perfil bajo, acorde con el estilo de vida que ella eligió. El autor de María Estela Martínez por siempre de Perón no esconde su intención reivindicativa: de Isabel admira la personalidad, la trayectoria, la gestión y, sobre todo, el coraje con el cual enfrentó las adversidades, que no cesaron con el fin de la dictadura, y a las que luego se sumaron la ingratitud y el olvido de muchos. “Es la mujer que más acompañó al General, como secretaria, como esposa, como colaboradora. Vivió momentos históricos junto a él en esos 18 años de exilio”, dice. Y destaca como sus principales virtudes la humildad y la integridad. No es casual que Mario Eduardo Firmenich -cuya organización combatió al gobierno constitucional de Isabel con las armas- se haya prestado luego a testificar contra la viuda de Perón en el año 2004, también ante un tribunal español. Recuerda Mazzieri que Isabel Perón pasó los cinco años de prisión incomunicada -en todo ese tiempo sólo pudo ver a su hermana una vez-, “sometida a agobiantes interrogatorios, sin asistencia letrada libremente elegida y en un ambiente de inocultable presión psicológica acrecentada por un aparatoso dispositivo militar de vigilancia”. Más tarde, estando ella en España, “el PJ fue cómplice de su proscripción”. “Ella nunca expresó si quería o no ser candidata -explica Mazzieri-, pero de hecho los dirigentes justicialistas negociaron con [el último presidente de facto, Reynaldo] Bignone, consagrar la fórmula presidencial justo una semana antes de que se levantara la inhabilitación política que la dictadura le había impuesto a Isabel”. El autor también demuele otras excusas de los militares para dar el golpe y denuncia que, desde el inicio del gobierno de Isabel Perón hubo colusión de sectores del mismo oficialismo con los militares; muchos políticos pensaban que las FFAA tomarían el poder para dárselo a ellos. La Presidente, como lo recuerda el libro, les advirtió sin embargo que también ellos serían víctimas. Ítalo Argentino Luder es uno de los grandes acusados en el libro por su temprana participación en las maniobras para desplazar a Isabel del poder. El argumento golpista del “vacío de poder” ocultaba que en realidad “la Presidente gobernaba en la absoluta soledad”, debido “a la conspiradora acción de los diputados nucleados en el llamado “Grupo de Trabajo”, que eran “todos agentes encubiertos o lobistas de la Marina”. La Cámara de Diputados era paralizada por la acción desestabilizadora de ese grupo que negaba el quórum necesario. “Tanto la ultraderecha como la ultraizquierda, coincidían (como siempre lo han hecho a la hora de intentar destruir al Peronismo), en que había que romper el “Pacto Social”, y con ello inexorablemente se imposibilitaba la tan ansiada unión nacional”, escribe Mazzieri. En cuanto al argumento de la falta de respaldo popular al gobierno, el autor recuerda que en respuesta a ese planteo la Presidente había adelantado las elecciones para octubre de 1976. Sería la ocasión para confirmarlo. Y, de hecho, fue el sentimiento de que Isabel podía disputar una reelección lo que también aceleró el golpe. Finalmente, el argumento ya aludido de la “corrupción desenfrenada”, “frase que monopolizarán tanto Videla como Firmenich”, también quedó desmentido cuando ni la misma dictadura pudo demostrar que Isabel Perón hubiera desviado fondos. Y concluye Mazzieri: “La Señora Martínez de Perón, soportó estoicamente una injusta prisión. Volvió triunfante. No se le conoció jamás escándalo alguno y vive sobriamente sin quejas ni rencores. Es prenda de paz y unidad de los argentinos. Su vida actual es reservada y casi monacal. Todas estas virtudes no podrán ser jamás opacadas por el sinnúmero de calumnias e injurias que se tejieron sobre ella.”.